Manfred Gnädinger, conocido por Man el alemán de Camelle, llegó a Camelle, una parroquia de Camariñas, en la década de los 60 del siglo XX. Aquí creó su edén de fantasía y soledad, el lugar que le proporcionó la paz interior que buscaba y donde dar vida a su obra artística. Aunque su historia no está del todo clara cuentan que un día llegó a Camelle y tras enamorarse de esta tierra se quedó allí a vivir. Se presentó en el pueblo el día antes de las fiestas del Espíritu Santo de 1962 y una vecina lo acogió esa misma noche en su casa. Al día siguiente otra vecina le arregló los zapatos, le dio de merendar y lo llevaron junto a otra vecina que sabía hablar alemán y que le proporcionó una casa sin cobrarle alquiler. En sus primeros meses en Camelle también llamaba la atención su vestimenta pero no por estrafalaria, sino por la elegancia y buen porte, siempre aseado, bien peinado, como un señorito de la época. No faltaba un domingo a misa y se relacionaba muy bien con la gente. Tampoco estaba muy claro a que dedicaba su tiempo ya que parecía estudiar los animales y plantas llevándolos a su casa donde también pintaba y esculpía. Según cuentan, se enamoró de una chica, una maestra de escuela que seguramente, debido a que sabía inglés, mantenía largas conversaciones con él, sobre todo los domingos al terminar la misa, pero ésta rechazó su amor y dicen que esto fue el detonante que lo llevó a convertirse en como lo conocemos hoy en día. Pasó a vivir en una especie de chabola junto al mar y se volvió delgado, casi esquelético, con el pelo y barba largo y sin arreglar, vestido con un taparrabos y alguna que otra vez con sandalias. Desde entonces ocupaba su tiempo en el museo que poco a poco fue construyendo alrededor de su vivienda. Recolectaba materiales, agrupaba piedras formando figuras, pintaba A cada visitante de su museo le pedía que realizara un dibujo en una de sus libretitas, era una forma de relacionarse con los demás ya que para Man en “cada papel está el alma de cada uno y mi objetivo es hacer un gran rascacielos con todas ellas ". Pero en 2002, el naufragio del Prestige tiznó de negro sus obras, sus hijos, como él los llamaba, y Man no superó este desastre. Murió el día 28 de diciembre de ese mismo año. Aunque desgastado por el tiempo, en este museo al aire libre todavía podemos observar restos de los colores vivos con lo que el pintaba y los numerosos círculos que representan el ciclo continúo de la vida, repetitivo, del que no se puede huír. Pensamientos existencialistas envolvieron la vida y obra de este singular personaje que encontrábamos, en cualquier época del año, vestido solo con un taparrabos. Dirección
Casa do Alemán, Peirao de Camelle s/n 15121 Camariñas Tfno: 981 71 02 04 |
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Marzo 2022
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